¿Cómo trabajo?

Mi orientación terapéutica.

 

Espacio orientado al conocimiento de uno mismo a través de la palabra.

Cuándo el uso de la palabra está comprometido , se facilitará otros soportes de expresión (juego, dibujo...) y será la terapeuta quien vaya poniendo palabras a eso que el paciente trata de expresar.

En cada sesión, el paciente habla sobre sus problemas, emociones y experiencias de vida. Muchas veces, los síntomas que causan sufrimiento están conectados con aspectos ocultos de nuestro inconsciente: experiencias o emociones no procesadas que se manifiestan en formas que no siempre entendemos.

La terapeuta escucha con atención y, a través de preguntas y observaciones, ayuda al paciente a descubrir las raíces de su malestar.

No se trata solo de hablar, sino de encontrar el significado detrás de lo que decimos.

Este proceso permite conectar puntos clave de nuestra historia personal, permitiéndonos avanzar de manera más libre, sin las ataduras invisibles que muchas veces nos bloquean.

 

Un espacio para soltar lo que nos ata

En el proceso terapéutico, la consulta se convierte en un espacio seguro donde podemos liberarnos de las máscaras que usamos en la vida cotidiana. No hay reglas estrictas ni expectativas externas que cumplir. Es un lugar para cuestionar las cosas que creemos sobre nosotros mismos, incluso aquellas creencias que nos han acompañado desde hace mucho tiempo y que pueden estar limitando nuestro bienestar.

La terapeuta no está para juzgar o imponer un camino específico, sino para sostener ese espacio de libertad, donde el paciente puede explorar quién es y qué desea en realidad.

 

La relación entre paciente y terapeuta

Durante el proceso, el paciente establece una relación especial con la terapeuta. Este vínculo, conocido como "transferencia", es una parte esencial del tratamiento. A través de esta relación, el paciente proyecta en la terapeuta expectativas, emociones y patrones que forman parte de su vida. Es en este contexto donde surgen las oportunidades para explorar, entender y transformar estos patrones de manera profunda y duradera.

 

No hay un método estándar

La terapia no sigue un guion predefinido ni tiene un único objetivo. Cada persona es única, por lo que cada proceso es diferente. Algunos tratamientos pueden durar meses, otros años. Lo importante no es cuánto dura, sino que el paciente llegue a un punto donde se sienta en paz con su proceso y con las decisiones que ha tomado a lo largo del mismo.

 

El objetivo: vivir con mayor libertad y menos sufrimiento

La terapia no busca adaptar a la persona a una norma o molde preestablecido. En lugar de eso, se trata de que cada paciente encuentre su propia manera de estar en el mundo, con más conciencia de sus deseos, limitaciones y posibilidades. No hay soluciones universales; cada quien descubre sus propias respuestas a lo largo del proceso.

Este enfoque no pretende ofrecer una vida perfecta o libre de dificultades, pero sí una vida en la que podamos enfrentar los desafíos con mayor comprensión y, sobre todo, con menos sufrimiento.

En resumen, la terapia es un camino hacia una mayor comprensión de uno mismo y de lo que nos mueve, lo que nos permite vivir con mayor autenticidad y plenitud.

Encuadre terapéutico

 

Las primeras sesiones del proceso terapéutico están diseñadas como un espacio tranquilo y seguro, donde es posible expresar preocupaciones, malestares y dudas sin presión. En este momento inicial, se abre un lugar para explorar pensamientos y emociones a un ritmo propio, sin prisas.

 

El enfoque del terapeuta durante estas entrevistas preliminares es escuchar con atención para comprender las dificultades y expectativas de quien consulta. También se observa la forma en que las experiencias y emociones se expresan, buscando conexiones con aspectos más profundos del inconsciente.

Este espacio no tiene como objetivo ofrecer soluciones rápidas ni realizar diagnósticos inmediatos. Es, más bien, una oportunidad para empezar a explorar las situaciones que pueden estar afectando el bienestar emocional y psicológico.

 

Al finalizar estas sesiones iniciales, se establece en conjunto el marco de trabajo terapéutico, definiendo la frecuencia de los encuentros y la duración aproximada del proceso. Todo esto se construye de manera flexible y adaptada a las necesidades de cada persona.